Y vaya un consejo de entrada: a menos que tenga hambre de galeote, difícilmente va a poder con los tres platos. Para hacerse una idea del menú, está todo en
www.eltemplodelinka.cl
. Pero al detalle, aquí una entrada como el pulpo con risotto de carapulcra (una papa seca color ámbar), con salsa de miel y pomelo ($6.900) es un plato contundente. Son tres tentáculos, íntegros y blandos, sobre este guiso de papa, cuya mera descripción le resta sabor a la experiencia: está increíble. Lo mismo la "jalea" de corvina y camarón ($6.700), que es un plato con trozos fritos de pescado y los mentados camarones, esta vez sobre un puré de yuca y queso, acompañados de salsa criolla (full cebolla). Nada que ver con la idea chilena de "jalea".
Y los segundos platos fueron: un lenguado malditamente bueno, acompañado de un singular - por lo logrado- rösti de yuca, salsa criolla y coco ($8.800), con salsa de crustáceos. Y un garrón de cordero confitado ($8.500), óptimo sobre un acompañamiento más cítrico con habas. Para el postre, ya pidiendo perdón, unos buñuelos fritos rellenos de plátano con helado de chocolate, y un biscocho de zanahoria, una torta de zanahoria más bien, con helado de vainilla, cada uno a $2.900.
Aparte del rodaje en el servicio, todo pinta para mejor. Dorado, como muchos de los detalles del exterior de este Templo. Si es por encontrar detalles, a la carta de vinos le faltan etiquetas más encumbradas, si ése es el espíritu de esta propuesta. Pero es un detalle no más. La cocina, que es lo importante, ya está como para veneración.
wiken
|